El carajal de los Ingenieros Navales y los Ingenieros Marinos
La noticia de esta semana, esta vez referida a los Ingenieros Navales y los Ingenieros Marinos, se la dedico a Elisa Uriarte, graduada en Ingeniería en Propulsión y Servicios por la EPS de Ferrol (Universidad de A Coruña), cuyo título me va a servir para intentar explicar el carajal que se ha creado estos últimos años con los cambios de nombre de las titulaciones navales y náuticas. La dedicación a Elisa se debe a que el mes pasado la UDC reconoció la excelencia académica de los titulados durante el pasado curso, y ella estuvo entre ellos. He aquí, con estas palabras, mi pequeño homenaje.
Hace no mucho tiempo, algunos se hacían esta pregunta: ¿Por qué lo llaman ingeniero cuando quieren decir marino?. La verdad es que se trata de una polémica casi histórica. Allá por los años ochenta y noventa, cuando cursé mis estudios de Marina Civil, ya existía aquella discusión. También es verdad que solía preocupar más a los titulados de Máquinas, que a los de Puente, como era mi caso. Toda la confusión parece que procedía de la denominación que los ingleses daban a los Jefes de Máquinas de los buques, Chief Engineer.
Pero dejando por un momento de lado los nombres, y para tratar de explicar de una forma rápida el asunto, voy a intentar resumirlo brevemente para los que no ven las diferencias. Las escuelas de Ingeniería Naval, como la que tenemos en Ferrol, forman a los diseñadores de los buques, mientras que las escuelas de Marina Civil, como la de Coruña o Bilbao, forman a los usuarios de los mismos. En ese punto radica la diferencia principal.
Evidentemente los planes de estudios tienen su paralelismo, porque todo orbita sobre los barcos, y al final cada profesional trabajará en lo que quiera y en lo que pueda, pero el origen debe estar claro.
Mientras cursan sus estudios, ni los estudiantes de Marina Civil piensan en diseñar buques en el futuro, ni los de Ingeniería Naval en tripularlos, por lo que no debería existir esa confusión. Yo al menos nunca la tuve. Los marinos mercantes españoles somos unos grandes expertos que hemos demostrado gran profesionalidad en múltiples ocasiones, pero no son ingenieros navales y por ello no pueden atribuírselas sus competencias, del mismo modo que a un Ingeniero Naval no se lo otorgan las competencias de gobernar un buque.
Eso no quiere decir que las escuelas de Marina Civil sólo formen oficiales para navegar, pero sí que ese es su fin principal. Y digo esto porque el negocio marítimo intermodal da oportunidades a los marinos civiles para buscar alternativas de otros trabajos que no sean puramente los de embarque. Por todo esto yo animo a todos aquellos estudiantes que se encuentren actualmente cursando, o bien los estudios de Marina Civil, o bien para convertirse ingenieros navales, a que sigan realizándolos con entusiasmo, pero siempre teniendo claro hacia dónde apuntan sus objetivos. Ambas titulaciones darán una buena salida a sus aspiraciones, pero cada una con un rumbo diferente.
Y explicado esto ahora viene el lio de las denominaciones de las titulaciones, asunto más complejo. Allá por los años 90, algunas de las tradicionales Escuelas de Marina Civil se fueron integrando en sus Universidades respectivas, y se fueron creando las Escuelas Técnicas de Máquinas Marinas, y con ello aparecieron las titulaciones de Licenciado en Náutica y Transporte Marítimo y Licenciado en Máquinas Marinas, que sustituyeron a los nombres anteriores. Los Ingenieros Navales por su lado añadieron otro apellido a su nombre, pasaron a denominarse «Ingeniero Naval y Oceánico». Quiero destacar que los marinos civiles, una vez que han obtenido sus títulos académicos, para obtener sus títulos profesionales de Capitán, Piloto o Maquinistas, deben seguir acreditando una determinada formación, mediante prácticas y años de embarque.
Pero la llegada de Bolonia creó el gran lío. La adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), conocido como Plan Bolonia, canceló el catálogo oficial de títulos universitarios causando una desenfrenada oferta de títulos, en muchos de los cuales se incorporaba el nombre de ingeniería con la única intención de hacerlos atractivos a los potenciales estudiantes, pero sin relación real en sus contenidos con la ingeniería.
Bolonia ha permitido que algunas universidades ofrecieran títulos sin explicar a los estudiantes qué significaban o qué atribuciones tendrían los posibles egresados, creando confusión en los alumnos sobre qué competencias tendrían al terminar la carrera. Y las escuelas de Marina Civil se unieron y por fin impusieron la palabra ingeniero en su denominación, y así aparecieron los “Ingenieros Marinos”, que vinieron a cruzarse con otras nuevas acepciones que crearon los Ingenieros Navales, tales como Ingeniero Náutico, Arquitecto Naval, o Ingeniero en Propulsión y Servicios (caso de Elisa).
Pero a finales del año pasado continuaron los cambios. El Colegio Oficial de Ingenieros Navales y Oceánicos que tiene como obligación la defensa de los intereses profesionales de los colegiados y la protección de los intereses de los consumidores y usuarios de los servicios de sus colegiados y en cumplimiento de esa obligación actuó ante el Tribunal Supremo para evitar que fueran vulnerados los derechos de sus profesionales y los intereses de los consumidores.
Y de esa forma el Tribunal Supremo ordenó que se excluyera la palabra Ingeniería en los títulos de marina civil. El Tribunal explica en la sentencia que los estudios de Piloto y de Máquinas Navales se orientan, desde el punto de vista profesional, de competencias y de conocimientos adquiridos, “a una actividad de navegación que no es la definidora de la Ingeniería” y recalca que esta diferencia “ha de preservarse académica y profesionalmente en evitación de eventuales confusiones”. Por esta razón, el Tribunal Supremo ordenó que se excluyera el sustantivo Ingeniería, en cuanto que con este sustantivo del título académico sobre el que se debatía no resaltaba con la suficiente nitidez la actividad para la que habilitaba.
En la sentencia, el Tribunal recuerda la ya emitida en octubre de 2013 en la que manifestaba que la denominación de los títulos «fija la obligación de una claridad que evite la eventual confusión académica o profesional sobre su contenido o calidad, tanto en uno como en otro de aquellos aspectos».
Y volviendo a los homenajeados, he de destacar a aquellos que el pasado curso completaron sus carreras universitarias con nota media de sobresaliente, un brillante expediente que la Universidade da Coruña ha querido reconocer a través de los Premios UDC-Banco Santander a la excelencia académica en cada una de las titulaciones que la institución herculina ofrece. De los 45 galardonados, once han estudiado en el campus de Ferrol. Es el caso de Elisa Marcelina Uriarte Fernández y Xaime Rivas Rey, graduados en Ingeniería de Propulsión y Servicios del Buque y en Ingeniería en Tecnologías Industriales, respectivamente, en la Escuela Politécnica Superior de Esteiro.
Ninguno de ellos es natural de la ciudad naval. Elisa, de 22 años, es de Lugo. Comentaba para el Diario de Ferrol que, en su caso, tuvo claro desde muy pronto la carrera que quería estudiar. “Siempre me llamó la atención todo lo relacionado con el mar”, comentaba. Forma parte de la primera promoción de ingenieros graduados por el plan Bolonia en el campus local. Los premios a la excelencia se entregaron el pasado día 26 de enero en el Paraninfo de la UDC.
Hay que comentar que Elisa finalizó sus estudios defendiendo el Trabajo de Fin de Grado (TFG) titulado “Análisis comparativo de los criterios tradicionales de evacuación de buques frente a los que incluyen la presencia de fuego y humo. Aplicación práctica al diseño de un buque ferry de 2000 PAX”, en el que obtuvo una Matrícula de Honor. Su tutor fue Marcos Míguez González.
Resumiendo, el trabajo se puede destacar que en ese proyecto se pretende realizar el análisis de la evacuación de un buque desde dos puntos de vista: el tradicional, que consiste en realizar los cálculos del tiempo de evacuación de un modo manual y otro avanzado mediante el empleo de una herramienta informática debidamente validada y que cumpla con los criterios de validación de la OMI.
Además, pretende analizar la influencia de factores como pueden ser fuego y humo u otros factores que no se consideran en los criterios de evacuación tradicionales. Los recientes accidentes de buques de pasaje y las muertes que estos implicaron ponen de manifiesto que la normativa referente a evacuación debe ser revisada.
En la actualidad la evacuación de un buque se pone en manos de una única persona, el capitán del barco, que decide si es necesaria o no la misma. Conocer cómo pueden influir determinados factores en el comportamiento del buque y en la evacuación puede ayudar a la persona encargada de llevar a cabo la evacuación a realizar la misma con mayor seguridad para pasajeros y tripulantes.
En los siguientes apartados se realiza un análisis de la normativa existente, sus carencias, accidentes ocurridos como consecuencia de un mal manejo de esta y de proyectos orientados a mejorar la seguridad durante la evacuación. Además, para ilustrar las diferencias y similitudes entre el análisis simplificado y avanzado de la evacuación se aplican ambos métodos a un buque destinado a transportar pasajeros y carga rodada. Dicho tipo de buque presenta una serie de características que implican unos riesgos añadidos, estos riesgos se exponen en el apartado correspondiente.
Conclusiones del TFG
El objetivo principal de este proyecto era establecer una comparación entre los diferentes métodos que propone la IMO para analizar la evacuación. Junto a esto se ha querido mostrar que las condiciones propuestas para el análisis de la evacuación no se corresponden con las que se darían durante una evacuación real, ya que esta se suele producir como consecuencia de una emergencia.
El análisis de los distintos riesgos a los que se encuentra sometido un buque de pasaje y, especialmente los RoPax, muestra que la escora producida por una inundación, el fuego y los efectos del humo sobre las personas afectan de un modo significativo a la evacuación y es necesario tenerlos en cuenta de algún modo a la hora de analizarla.
Las conclusiones que se extraen del trabajo realizado se resumen a continuación:
La evacuación de un buque de pasaje es un proceso complejo influenciado por multitud de factores. El gran número de personas que llevan a bordo hace necesaria una buena coordinación entre los tripulantes y la existencia de un plan de evacuación eficiente para la correcta evacuación de estos. Asimismo, considerar las situaciones típicas que llevan a evacuar un buque en una fase temprana del diseño puede proporcionar una visión realista del proceso de evacuación para el diseñador y puede servir de utilidad para la tripulación a la hora de coordinar el proceso.
La normativa actual, como consecuencia del gran coste computacional de los programas que simulan situaciones tales como la escora, trimado, inundación o incendio no proporciona una visión realista del proceso de evacuación. Además, el proceso se deja en manos del capitán, el cual, igual que el resto de los individuos a bordo, puede no comportarse de una manera racional ante la presencia de un peligro inminente, poniendo en riesgo las vidas del resto de los individuos.
En lo que se refiere puramente al análisis de la evacuación se observa que los valores de tiempo de evacuación obtenidos por el método simplificado y por el método avanzado son bastante similares aplicando los coeficientes que plantea la circular 1238. Por otra parte, el tiempo de evacuación obtenido mediante la simulación es relativamente menor que el obtenido por el método simplificado antes de aplicar coeficientes. La simulación teniendo en cuenta la escora del buque, desde un punto de vista aproximado, muestra que el tiempo de evacuación aumenta de una manera significativa, lo que pone de manifiesto la importancia de tener en cuenta los factores externos al buque y que influyen en la evacuación de este.
¡Hasta la semana que viene!