Descansa en el Báltico el pecio del Mars, mayor buque de guerra del siglo XVI
La noticia de esta semana, sobre el pecio del Mars, se la dedico al colaborador de Exponav José Ramón Cancelo, que fue la persona que me informó sobre este descubrimiento a raíz de un artículo publicado el mes pasado en la Revista National Geographic. Y resulta que, a 75 metros de profundidad, sumergidos en el fondo del mar Báltico, yacen los restos del buque de guerra más grande del siglo XVI. Los investigadores suecos dedicaron 20 años a buscar el buque de guerra Mars, y lo localizaron en 2011 cerca de la isla de Öland, donde se había hundido en una batalla naval contra Dinamarca y la ciudad hanseática de Lübeck.

Unos arqueólogos suecos acaban de hacer uno de los grandes descubrimientos del siglo en el fondo del mar Báltico. Han encontrado los restos del mítico Mars, buque insignia y orgullo de la flota del rey Erik XIV, hundido en 1564, un barco de más de 80 metros de eslora que solo estuvo en acción dos días de feroz combate, en los que, sin embargo, su presencia cambió las reglas de la guerra naval en el norte de Europa.
Según Claus Lutterbeck, en marzo de 2015, y para National Geographic, en 1564 el Mars, el buque de guerra más moderno de su época, se hundió en aguas del Báltico durante la contienda naval que enfrentaba a Suecia contra Dinamarca y la ciudad hanseática de Lübeck. Arqueólogos armados con los dispositivos de sonar más avanzados localizan y recuperan el pecio del Mars para la ciencia. Una tecnología puntera ha permitido a los investigadores crear una macroimagen de los restos del naufragio con una precisión sin precedentes.
La primera fotografía del pecio completo fue realizada por Tomasz Stachura. Buceando un total de 20 horas a 72 metros, en completa oscuridad, logró hacer más de mil fotos útiles para el mosaico, es decir, con la misma precisión, iluminación y ángulo. Después de una selección de las válidas, y de más de 300 horas frente a un ordenador, se hizo posible el mosaico que integra las mejores 650 tomas en una sola e impresionante fotografía, tal vez la más hermosa que se haya hecho nunca sobre un pecio tan importante.
Tal es la belleza de esta imagen que el fotógrafo se siente orgulloso, en conversación con ABC, de que National Geographic lo haya elegido para ilustrar la portada de su magazine, que ha salido en noviembre en las ediciones internacionales. «Lo que más impresiona es ver los huesos de aquellos marinos que naufragaron hace 450 años. No sabía que podían durar tanto bajo el mar. Viendo las copas y los objetos personales a bordo, puedes imaginar cómo era su vida, mientras buceas. Es como una cápsula, una máquina del tiempo. He bajado allí más de 40 veces y cada una me permitía descubrir algún detalle».
Ahora, este fotógrafo polaco acostumbrado a bucear en el Báltico, «donde encontramos entre 5 y 10 pecios vírgenes cada año», está volcado con la búsqueda del «Eagle» un submarino que Polonia perdió en la II Guerra Mundial. Aún no se ha podido saber dónde está o la causa de su naufragio.
Volviendo al inicio de la historia de la aparición del pecio y según relata Claus Lutterbeck, cerca de la medianoche del 26 de mayo de 2011 estalló el júbilo a bordo del Princess Alice. El pequeño buque de investigación cabeceaba en aguas del Báltico a 15 millas marítimas al norte de la isla sueca de Öland, con la mar serena. La noche de primavera era clara. Christofer Modig, el operador del sonar estaba sentado frente a la pantalla, con la mirada fija en las señales que emitía un localizador desde el fondo del mar.
El dispositivo llevaba horas detectando sin lugar a duda la presencia de abundantes montones de pequeños escombros desperdigados en una amplia zona. A las 23.45 horas Christofer identificó una silueta de mayores dimensiones. «¡Chicos! –exclamó–. ¡Mirad esto!» Cinco hombres se inclinaron sobre la pantalla.
Allí, a 75 metros de profundidad, se distinguía vagamente lo que un profano en la materia identificaría como un puñado de cerillas arrojadas de cualquier manera. Pero los expertos lo reconocieron al instante: era el casco quebrado de un buque imponente, rodeado de innumerables fragmentos. «Lo tenemos», dijo Richard Lundgren.
¿Pero era realmente el pecio del Mars? El único modo de confirmar si lo que yacía en el lecho marino era el legendario buque de guerra sueco que buscaban desde hacía dos décadas pasaba por enfundarse los equipos de buceo. El Mars, también conocido como «el Intachable», se había hundido 447 años antes –el 31 de mayo de 1564– en una batalla naval de dos días de duración, arrastrando consigo a unos centenares de marineros y militares suecos y alemanes.
Eran muchos los submarinistas y arqueólogos (amén de saqueadores) que en las últimas décadas habían ido en busca del pecio. Porque el Mars no era una embarcación corriente, sino «el buque por antonomasia», tal y como explica el profesor de Estocolmo Johan Rönnby, profesor de arqueología subacuática: «A mediados del siglo XVI era el buque de guerra más moderno del mundo». El velero de mayor eslora, de mayor puntal, de mejores pertrechos. Y por lo visto, el de carga más valiosa: según la leyenda, transportaba las arcas de guerra suecas.
El Mars (Marte, dios latino de la guerra), fue el mayor y más temido buque de guerra del mundo, pero estalló en llamas en una terrible batalla naval en 1564, condenando a más de 800 marineros alemanes y suecos y una fortuna en monedas de oro y plata al fondo del mar Báltico. Ahora, pocos años después del descubrimiento de los restos, los expertos afirman que se trata del barco mejor conservado y representa la primera generación de buques de guerra europeos de tres mástiles.
Según Johan Rönnby, profesor de arqueología marina de la Universidad de Södertörn (Suecia) que está estudiando el pecio, los historiadores navales tienen un gran conocimiento sobre los barcos del siglo XVII, pero saben muy poco sobre los buques de guerra del siglo XVI. Rönnby y su equipo quieren dejar el buque en el fondo del mar y están utilizando fotografías y escáneres de tres dimensiones para compartir las imágenes, pues llevar un barco hundido a la superficie es muy costoso y podrían dañarse los restos.
Con la ayuda de Richard Lundgren, el equipo ha reconstruido foto mosaicos de los restos para producir reconstrucciones en tres dimensiones y trabajan para completar la exploración de la nave.
Con los nuevos métodos y herramientas, los arqueólogos pueden ahora reconstruir los últimos minutos del barco y de los que estaban a bordo, además de estudiar cómo se desarrollaban las batallas marítimas en el siglo XVI.
«Lo que le hace especial», afirma Lundgren, «es que el Mars no se hundió por un defecto de diseño o error de navegación». «Era una magnífica máquina de guerra que funcionaba extraordinariamente bien en las batallas», explica. Se hundió con sus cañones, marineros y con todo lo necesario para comandar un buque de guerra (incluidos ocho tipos distintos de cerveza) durante una batalla contra la armada danesa, aliada con soldados de la ciudad alemana de Lübeck. Los suecos derrotaron a los daneses el primer día de batalla. El segundo día, los alemanes probaron su suerte y abrieron fuego, alcanzando un barril de pólvora. «Los cañones comenzaron a explotar», explica Rönnby, y esas explosiones acabaron por hundir el buque.
Cuando Lundgren y sus colegas llevaron a la superficie un trozo del casco de la nave, percibieron un ligero olor a carbón que se desprendía de la madera quemada.
Volviendo a la batalla, durante el primer día de esta, el almirante sueco Jakob Bagge mantuvo el barlovento con destreza, y por tanto la maniobrabilidad del Mars. Ello le permitió rechazar múltiples ataques y hundir al menos un barco enemigo, además de dañar otros. El problema vino durante la noche, cuando la flota sueca perdió su formación y el 31 de mayo amaneció con el Mars escoltado tan solo por cinco o seis barcos.
Los capitanes de la flota no habían alcanzado una posición óptima de combate, a pesar de la determinación del almirante. Y ese segundo día, los aliados concentraron con nuevos bríos el fuego sobre el enorme barco y al fin destruyeron, de un disparo certero, el timón del «Mars», lo que puso al buque insignia al alcance del enemigo e hizo huir al resto de la flota. Lo abordaron para cobrarlo como pieza.
Sea como fuere, el fuego alcanzó un barril de pólvora y el buque entero estalló. Murieron los hombres de su tripulación y 300 de los enemigos que lo habían abordado. Tan solo un centenar de marinos fueron rescatados con vida. Entre los supervivientes se encontraba el almirante Bagge. Fue la única victoria naval de los aliados en la guerra de los Siete Años del Norte, aunque no sirvió de nada porque el almirante danés Hans Lauritzen perdió parte de la flota en una tormenta, y fue bautizado como el torpe almirante danés.
Hizo méritos para convertir su victoria sobre el Mars en la derrota de Dinamarca. Intolerante en el mando y tenaz en sus errores, destrozó la flota contra los escollos de Götland cuando fondeó sin oír las advertencias de la tempestad que se avecinaba.
Para finalizar destacar que según explicó Rönnby a ABC, este año han documentado el pecio con más detalle que en los años anteriores. Para empezar, y con el objeto de filmarlo, han tenido un enorme dispositivo de iluminación, puesto que el Mars está en una zona de total oscuridad. La fuerza del nuevo dispositivo sería comparable a más de cien coches iluminando directamente el fondo del mar. “Era como estar bajo la luz del día, lo cual ha sido fantástico para filmarlo. Cada detalle brillaba”, comentaba Rönnby.
¡Hasta la semana que viene!
No me creo que 500 años sumergido no se halla pudrido no se si me se entiende. Era un barco de madera y la madera se pudre bajo el agua no se si saben lo que quiero decir. Osea que eso es otro montaje mas del nacional geografic, ¿saben lo que les digo?
La temperatura….