El misterio marino del pueblo leonés de Alija del Infantado
Esta semana traigo una noticia que ya no recuerdo quién me contó hace ya unos meses. Por ello, y que me perdone, se la dedico de forma anónima. Sí que no he olvidado que me la contó en un viaje en coche, pero no recuerdo más detalles. Aquel día descubrí que existe un pueblo leonés llamado Alija del Infantado (que me sonaba de ver el cartel en la autopista A6 de camino hacia Madrid), con 800 habitantes, que curiosamente mantiene una íntima relación con la Armada Española. En los últimos 60 años este pueblo ha aportado 35 profesionales a la Armada.

Alija del Infantado es un municipio y localidad de España, de la comarca de la Bañeza, al sur de la provincia de León. El municipio tuvo el nombre de Alija de los Melones hasta que en 1960 recibió la denominación actual. Siempre tuvo como actividades económicas principales la agricultura y la ganadería, aunque en la actualidad la ganadería ha desaparecido totalmente y la agricultura se encuentra en un claro estancamiento.
Según publicaba el Diario Leonés a finales del año pasado, Alija del Infantado volvió a convertirse en 2014 en puerto de mar. Como aquel 4 de mayo de 1991, cuando el almirante de la Armada, el leonés Gonzalo Rodríguez Martín-Granizo, acompañado del también almirante Carlos Vila Miranda y del vicealmirante Luis Carrero Blanco y Pichot, hizo donación al pueblo del ancla de una tonelada y media de peso que perteneció al crucero Canarias en el que estuvo embarcado. Como reconocimiento al importante número de vecinos de la villa que habían ingresado en el cuerpo. Resulta paradójico que Alija, siendo una localidad de interior con la costa más cercana a 200 kilómetros, sea el pueblo de España que posee – en proporción – más miembros aportados a la Armada, con un total de 35.
En el mismo lugar, en la plaza de La Marina, donde luce el ancla y la Virgen del Carmen, patrona de los marinos, los alixanos, con su Ayuntamiento a la cabeza, quisieron agradecer al almirante —que también fue Jefe del Estado Mayor de la Defensa— haber colocado a la localidad tan arriba, nombrándole hijo predilecto y descubriendo su busto sobre un monolito. «La corporación es conocedora del cariño que el almirante profesaba por esta villa, así como por los marinos procedentes de esta tierra», apuntó el alcalde, Matías Luis Gómez Villaboa.
Al acto, cargado de sentimiento, asistieron los hijos, nietos y familiares directos del almirante, así como una buena representación de la Armada. Una familia capitaneada por su viuda, Eva Garat, que descubrió emocionada el busto del que fuera su marido. El hijo del homenajeado, Juan Rodríguez Garat, reconoció que sus palabras salían directamente de su corazón, «es mi padre el que me está guiando». Explicó, asegurando que Alija es cuna de marinos de tierra adentro. «Él sentía devoción filial por la villa y en su corazón se sentía uno de vosotros», explicó Rodríguez Garat. Agradeció el homenaje y a los alixanos su dedicación «para mantener viva la memoria del almirante».
Martín-Granizo, ya fallecido, dejó una estela imborrable en la localidad. «Veintidós años llevamos pidiendo este busto y que se reconozca al almirante su perseverancia y honradez», adelantó el concejal de Cultura, Victoriano Villar. Quien emocionado compartió con el público y la familia algunos de las anécdotas que le unieron al marino. «Cuando se enteró que era de Alija dejé de ser para él un cabo para convertirme en paisano», explicó. Fue en aquel Crucero ‘Canarias’, donde el actual edil compartió sus primeras vivencias con el almirante, al que guarda un sincero cariño. «Don Gonzalo marcó un hito en Alija y merece estar con nosotros», argumentó Villar, que se comprometió a mantener izado de por vida el gallardete de almirante que ya ondea en el corazón del pueblo.
«Fue un hombre querido por compañeros y superiores y respetado por sus inferiores». Terminó el edil, dando paso a la coral del Milenario que interpretó junto a todos los asistentes el himno de la Armada. El hijo mayor del homenajeado, Gonzalo Rodríguez Garat, despidió el acto, abrazando a los alixanos, «como la villa ha abrazado esta profesión. Gracias por dejarnos ser parte de vosotros».

Para finalizar, quiero destacar que, de los 35 marinos, ya sólo uno reside en Alija. El resto o han fallecido o viven fuera. Muchos de ellos residen allí donde hicieron su vida militar, como por ejemplo en Cartagena. Entre todos hay capitanes de navío y de fragata, sargentos y cabos. Ese único residente, que es la persona que aparece en la fotografía de blanco y negro inicial, se llama Victoriano Villar. Era contramaestre, y ahora hace las veces de guía para llegar a la plaza que Alija del Infantado ha dedicado a la Marina. En la plaza, junto al ancla a tamaño real del Crucero Canarias, donada por la Armada en señal de agradecimiento, se ubica una imagen de la Virgen del Carmen. Patrona de los marineros, y el busto recientemente colocado del almirante leonés Gonzalo Rodríguez Martín-Granizo.

¡Hasta la semana que viene!