El origen de la navegación en conserva, la flota de Indias y los Corsarios
Entrevista sobre la navegación en conserva en Cope + Galicia el miércoles 2 de mayo de 2018
La navegación en conserva podría considerarse el arma más eficaz existente para la defensa contra los piratas. Esta técnica, evidentemente ya antigua, se apoya en el uso de convoyes en la mar. Empezó a utilizarse en el siglo XVI para proteger el oro y plata de las Indias, y se usó durante dos siglos. En aquella época la técnica era tan efectiva, que a pesar de que miles de galeones abarrotados de tesoros surcaban los mares, se perdían más riquezas por mala meteorología que por piratería. Se podría decir que apenas se perdía por piratería un uno por cien de las riquezas transportadas mediante la navegación en conserva.
Pero no todo eran ventajas. Este tipo de navegación se caracterizaba por su lentitud (había que navegar a la velocidad que marcaba el buque más lento), lo que obviamente alargaba los viajes y, por tanto, los encarecía. Por ello estábamos ante una técnica muy efectiva, pero poco económica (si no se tenía en cuenta los barcos que se pudieran haber perdido ante la piratería sino hubieran sido escoltados), pero que a su vez disminuía los daños por accidentes, naufragios, averías o ataques.
Los convoyes de la navegación en conserva
Los convoyes se hicieron famosos en el cine, cuando se relataban las aventuras de los buques mercantes que cruzaban el Atlántico protegidos por buques de guerra ingleses y de EEUU al tiempo que eran atacados por submarinos alemanes. Pero la realidad es que esta técnica ya era conocida en España en el siglo XVI cuando se intentaba proteger el oro y la plata de las Indias, transportado en conserva durante más de dos siglos, de piratas y corsarios.
En aquella época los galeones españoles poseían bodegas repletas de lingotes de oro y plata, de perlas y rubíes, de porcelanas, de collares de piezas de jade, de sacos de especias, etcétera. Para conseguir el éxito, Carlos I y Felipe II a mediados del siglo XVI impusieron una protección consistente en que los convoyes navegaran protegidos por barcos de guerra, imposición que perduró hasta 1778, cuando la última flota de Nueva España desembarcó en Cádiz.
Los piratas y los corsarios fueron el temor de la época. El descubrimiento de América y las noticias sobre el oro que los españoles transportaban en sus bodegas, alertó a los piratas. Ya las Cortes de Toledo de 1436, recomendaron que la navegación a Flandes se hiciese en conserva, para escapar de los corsarios y piratas. Pero fue en 1521, después de que Hernán Cortés enviara tres buques con tesoros aztecas al Rey Carlos I, y dos de ellos fueron capturados por el italiano Juan Florín, cuando se tomó cartas en el asunto.
Al principio del siglo XVI, debido a las alianzas elaboradas por los Reyes Católicos, el único enemigo europeo que tenía España era Francia. El Rey Carlos tenía como aliados al inglés Enrique VIII, y al portugués Juan III, cuñado suyo. Pero cuando estalló la guerra entre Carlos I y Francisco I en 1521, los corsarios franceses descubrieron que la mejor zona de caza era la comprendida entre las Canarias, el cabo de San Vicente y el golfo de Cádiz, por donde pasaban todos los mercantes que regresaban de las Indias.
La primera gran flota zarpó en 1522, formada por ocho mercantes y dos navíos armados. En 1526, se estableció que los viajes a Indias, que hasta entonces cubrían barcos mercantes sueltos o en pequeños grupos y sin protección, se hicieran en conserva y protegidos por otros armados. Para pagar el coste de los buques armados se fijó el impuesto de avería, que consistía en un porcentaje del valor de la carga. Por lo tanto, junto a la navegación en conserva, y para salvaguardar las indias, se utilizaron fortificaciones de los puertos americanos (La Habana, Veracruz, Cartagena de Indias, Portobelo, Callao…) y la formación de flotas armadas que escoltasen a los convoyes de mercantes.
Durante medio siglo se libró una dura batalla naval entre españoles y franceses, que finalizó con la captura de Florín a manos del guipuzcoano Martín Pérez de Irízar, que recompensó a Irízar con el escudo de armas y mandó a Florín a la horca.
La Flota de Indias
Conocida como la Flota del Tesoro Español o La Española englobaba todo el comercio y la navegación de España con sus colonias. Suponía el motor económico de España, propulsado por su navegación. En aquella época, como la piratería seguía en aumento, en 1543 se promulgó la ordenanza que establecía que, mientras durase la guerra con Francia, todo buque español que fuese a las Indias Occidentales debía unirse a una de las dos flotas mercantes, que zarpaban en marzo y septiembre y estaban protegidas por barcos de guerra.
El principal de éstos recibía el nombre de capitana y el segundo el de almirante; en ellos había abundante artillería y tropas veteranas. Todos los barcos debían obedecer las órdenes que les llegaban desde aquéllos.
Se desconoce con exactitud el número de barcos que cruzaron el Atlántico en la búsqueda de las Indias, pero se calcula que unos 45.000 buques hicieron el viaje de ida y aproximadamente 27.000 el de regreso.
El hecho de que volvieran sólo pocos más de la mitad de los que fueron, se debió a que una proporción alta de los buques se quedaban en las Indias y se desguazaban allí.
La batalla de Rande dio al traste con el sistema de transporte desde América. En Vigo, en 1702, se registraría el “gran desastre”, con la pérdida al completo de los galeones que incendiaron la ría de Vigo.
El inventor de la navegación en conserva
Algunos, atribuyen la invención de la estructura de los convoyes al Capitán General asturiano Pedro Menéndez de Avilés (1519-1574), que desempeñó este cargo en varias flotas de Indias entre 1555 y 1570.
Parece ser, que Felipe II le confió organizar una armada en el Cantábrico, pero murió joven por una peste. No obstante y antes de morir, redactó un manual con características de la navegación en convoy.
Menéndez, diseñó un modelo en el que tan solo los navíos que reuniesen buenas condiciones estructurales pudiesen navegar, estableciendo de esta manera un sistema de tareas de control e inspección. En aquel momento, su proyecto fue muy bien valorado. De cualquier forma, con la aparición del galeón, un tipo de barco de la Corona, de gran maniobrabilidad y muy armado, se apuntaló la navegación en convoy, aunque no consiguió eliminar el contrabando, tan rentable en la época, por lo que muchas clases sociales participaban en el mismo.
Amaro Pargo: ¿Pirata o corsario?
Los relatos de corsarios son bastante desconocidos porque evidentemente no eran vidas ejemplares y, en numerosas ocasiones, podían llegar a ser delictivas, debido a que se confundían con las de los piratas. La diferencia entre un pirata y un corsario radicaba en la legalidad de sus actos.
Aunque tanto uno como otro se dedicaban a saquear buques, los piratas lo hacían violando las leyes por lucro propio, en tiempos de paz o de guerra, contra cualquier enemigo, mientras que los corsarios lo hacían sólo en tiempos de guerra y bajo el permiso de un gobierno, que se lo otorgaba para que ayudara a terminar con el tráfico marítimo de los enemigos. En cualquier caso, a lo largo de la historia, a veces se han confundido ambos términos.
El término de corsario proviene de la patente de corso, documento que entregaban los monarcas a los propietarios de los buques, mediante el cual les concedían permiso para atacar barcos y poblaciones de naciones enemigas. De esta forma el propietario del buque se convertía en parte de la marina del país al que defendía.
Las patentes de corso fueron muy utilizadas cuando las naciones no podían costearse marinas propias o no las poseían lo suficientemente grandes. De esta forma Francia, Inglaterra y España las emplearon con asiduidad.
El corso, al menos en España, durante el siglo XVIII y principios del XIX, jugó un papel importante, y en contra de la mentalidad popular de que consistía en una práctica de pirateo encubierto por el Gobierno, era una actividad paramilitar al servicio de la Corona regulada por las Reales Ordenanzas.
Por ello, muchos particulares de diferentes clases sociales amasaron fortunas como corsarios, incluso labrándose a posteriori una carrera en la Armada. Los corsarios, siempre bajo la patente de corso, fueron imprescindibles como guardacostas. Y así se beneficiaba el corsario, que obtenía una gran parte del botín saqueado y se beneficiaba España, al aumentar su flota de guerra y obtener la parte restante del botín. Entre los corsarios que actuaron bajo autorización de su país se podría destacar a Drake (Imperio británico) y a Amaro Pargo (Imperio español).
Amaro Rodríguez Felipe y Tejera Machado, más conocido como Amaro Pargo fue un corsario y comerciante español, nacido en San Cristóbal de la Laguna (Tenerife), el 3 de mayo de 1678. El apodo de Pargo fue adoptado por la semejanza con el pez de dicho nombre, poderoso nadador, con hocico puntiagudo y que en ocasiones le gusta camuflarse.
Amaro Pargo se distinguió por varios motivos, entre ellos porque bebía poco, y porque no admitía mujeres a bordo de sus buques. Tampoco toleraba las apuestas a los naipes o a los dados, ni peleas entre su tripulación, a bordo. Comerció con esclavos, utilizándolos después para las plantaciones de América.
Las fuentes de la época, se hacen eco de su bondad, pese a su oficio de corsario, aunque las creencias populares lo han confundido con un pirata. Sus principales armas eran el engaño, para acercarse a los navíos sin levantar sospechas, y el coraje para emprender el abordaje, para posteriormente saquear dentro de un orden.
Amaro falleció el 14 de octubre de 1747 en la Laguna, y fue enterrado en el sepulcro de sus padres, en el templo de Santo Domingo. La lápida de mármol tiene grabado el escudo de armas de la familia Rodríguez Felipe, y una calavera guiñando el ojo derecho.
Existen creencias de que Amaro pudo recaudar una fortuna equivalente a varios millones de euros actuales. Su casa en Machado (El Rosario-Tenerife), ha sufrido constantes saqueos en busca de su tesoro, pero de momento nadie ha encontrado ningún cofre.
Pero lejos de disiparse, la historia del corsario Amaro Pargo continua viva, ya que el videojuego Assasin´s Creed IV Black Flag, versó hace un par de años sobre la edad de oro de los piratas, y en él destacó como figura de referencia a Amaro. No obstante, aunque los productores utilizaron su vida y su obra para caracterizar al protagonista, le dieron un nombre distinto.
Recientemente el periodista Benjamín Reyes, artífice de un proyecto de documental sobre esta figura histórica titulado:
Amaro Pargo: entre la leyenda y la historia, ha desgranado las claves de este personaje. Comenta: Me quedo con decir que Amaro Rodríguez Felipe, fue comerciante y terrateniente; un hombre de su tiempo, que llegó a ser el más rico de Canarias. No fue un pirata; ejerció de corsario, que es algo bien diferente. Con el paso de los años se tejió una leyenda, otorgándole ese rasgo piratesco junto al de benefactor de la iglesia y protector de los pobres. Hubo de todo, pero en una escala que conviene delimitar.
Y como novedad, respecto a la casa de Amaro Pargo, aporta:
Fue la casa que construyó su sobrino Amaro González de Mesa, de ahí, la leyenda que hace que tome un camino diferente al de la historia. Felipe Trujillo, el último que vivió en ese inmueble, hasta 1975, año en el que fallece con 99 años, fue quien lanzó esa leyenda. Él contaba a los vecinos que era descendiente de Amaro Pargo.
Lo cierto es que hay una relación muy tangencial, pues fue hijo de Juana, que sirvió en la casa de Bartolomé González de Mesa, hijo de Amaro González de Mesa.
Felipe Trujillo decía que el tesoro estaba allí escondido, por eso, cuando muere, se produce el expolio. La gente hizo agujeros en todas partes y derribó tejados y muros. Me han contado que llegaban con camiones para llevarse piedras. Se pudo salvar muy poco.
¡Y esto es todo, hasta dentro de dos semanas!
Bonita historia.Saludos
Gracias. Buen fin de semana
Buen articulo de investigacion
Me ha gustado bastante
????
Gracias José Antonio. Buen fin de semana
Que bueno ??
Gracias David. Buen fin de semana
Muy bueno el articulo. Un saludo.
Gracias Javi. Saludos
Hola Raúl
Muy interesante la lección de historia de esta quincena y muy entretenida de leer. Gracias por tu trabajo.
U saludo y buen fin de semana.
Gracias Antonio. Te llevas la medalla de la semana. Un abrazo