Historia del amarre y fondeo ¿El ancla o la ancla?

La noticia de esta semana se la dedico a una antigua alumna, hoy Ingeniero Técnico Naval, llamada Andrea Puy Gómez Lasheras. Este artículo versa sobre el ancla Ese icono que identifica a lo marítimo en todo el mundo pero que, curiosamente, no es el elemento al que los marinos prestan mayor atención a pesar de que de su eficiencia dependa la seguridad del barco. Curiosamente, y según la RAE, la palabra ancla es femenina, aunque en terminología náutica cuando nos referimos a ella en singular, se suele utilizar el género masculino. A continuación, veremos diferentes sistemas de amarre y de fondeo:

Anclas expuestas frente al edificio de Herrerias, en el arsenal militar de Ferrol (A Coruña)
Anclas expuestas frente al edificio de Herrerias, en el arsenal militar de Ferrol (A Coruña)

Andrea Puy finalizó sus estudios en junio de 2013 defendiendo el PFC titulado “Sistema de amarre y fondeo de un Megayate”, del cual yo fui tutor. Gran parte de la información gráfica que aparecía en la introducción de su proyecto, que obtuvo “buceando” en la biblioteca del Museo Naval, y que en su día yo supervisé, me sirvió para escribir el artículo que aparece en la RGM de octubre de este año, titulado “Evolución e historia de los sistemas de amarre y fondeo”, que resumo esta semana.

Para lograr conocer y entender el funcionamiento de los sistemas de amarre y fondeo actuales es necesario realizar un breve recorrido por la historia de las estachas y anclas, camino que ha transcurrido en paralelo a la evolución de la navegación. Todas las marinas del mundo incluyen el ancla en los atributos del uniforme y en insignias. Está presente en los gallardetes, en la decoración de la vajilla y hasta en el tradicional felpudo que reza la leyenda «bienvenido a bordo”. Sin embargo, muchos la subestiman y eligen la de menor peso y tamaño para que no se convierta en un estorbo. Pero cuando en un fondeadero el viento arrecia y el buque abate, y la corriente se aplica con fuerza y provoca deriva del barco, la seguridad de este y de la tripulación va a depender de ese «molesto elemento».

Desde el punto de vista marino, no existe nada peor que el que las anclas garreen en plena noche en un tenedero y haya que levantar el fondeo, zarpar el ancla y volver a la navegación. Bueno, nada peor, salvo el que otro buque cuyas anclas garreen, avance a la deriva hacia nuestro propio buque, que se encuentre también fondeado.  

Felpudo marinero: Bienvenidos a bordo
Felpudo marinero: Bienvenidos a bordo

Sistemas de amarre en la antigüedad

Lo más destacable de esa época fueron los jeroglíficos existentes en los que figuraban imágenes referentes a los sistemas de amarre de sus barcos. Se puede observar con claridad la manera en la que se clavaban rocas en la arena, que actuaban como norays primitivos, en los que se afirmaban los buques. Además, hay que tener en cuenta que los buques eran especialmente ligeros, por lo que muchas veces, sacarlos del agua, era una buena solución para evitar el amarre. También en otros casos los hombres se deshacían de los buques, ya que estos no les permitían realizar el viaje de regreso.

 

Jeroglifico referente a los sistemas de amarre
Jeroglifico referente a los sistemas de amarre

Sistemas de fondeo en la antigüedad

La vida en la tierra ha estado desde el principio ligada a la mar. Esto hace que, desde la simple imaginación, siempre se pueda considerar la existencia de sistemas, más o menos rudimentarios, de navegación y pesca. No obstante, la técnica asociada al amarre y al fondeo, no habiendo evolucionado en gran magnitud, como ya se ha comentado, ha acompañado a la historia de la navegación desde sus inicios.

Nuestros antepasados que vivían en cuevas ya dejaron constancia de la existencia de elementos de fondeo, en sus pinturas y petroglifos. Esto se debe, a la connotación mágica que nuestros antepasados daban a estas manifestaciones. Las pinturas servían para propiciar la caza y la pesca. Con este mismo fin, han llegado a encontrarse también petroglifos de pequeñas embarcaciones. Es destacable la presencia en Moaña (Pontevedra) de petroglifos con embarcaciones, en los que se puede apreciar tanto el timón, como lo que se ha interpretado que es un ancla. 

moaña

Sistemas de amarre en la edad media

Durante la edad media, aumentó el número de puertos, sobre todo en las orillas del mediterráneo y en las zonas ocupadas por los vikingos.

El mayor avance tecnológico que se ha encontrado es el chigre de la imagen. No se conoce la escala, aunque se supone que la altura de estes sistemas de amarre era de aproximadamente 80 cm, por lo que tendría que ser movido por más de un marinero. 

El chigre, un sistema de amarre de la edad media
El chigre, un sistema de amarre de la edad media

Sistemas de fondeo en la edad media

En la imagen siguiente se muestra la evolución cronológica de las anclas del mediterráneo desde la (1) que es del siglo VII a de C.  La siguiente (2) es un esquema de un ancla hallada en los restos de Pompeya, año 79 de nuestra era. El tercer modelo, nos muestra un ancla del final del imperio Romano, conocida como Dramont, cuya principal característica era que tenía la caña cilíndrica. Las dos últimas convivieron a partir del siglo V. La primera se conoce como Yassi Ada y la última es un esquema de Serçe Liman de un ancla de la época árabe, hacia el siglo XV.

La evolución cronológica de las anclas en el mar mediterráneo
La evolución cronológica de las anclas en el mar mediterráneo

Sistemas de fondeo en los siglos XVII – XX

El ancla de Almirantazgo, cuya fabricación se perfeccionó durante la revolución industrial, permaneció como principal sistema de fondeo hasta el siglo XIX. 

El ancla de Almirantazgo
El ancla de Almirantazgo

A partir de este momento, una amplia gama de nuevas anclas irrumpió en la escena de la construcción naval.

Anclas sin cepo

La maniobra y estiba a bordo de las anclas con cepo, así como su preparación para el fondeo, era larga y penosa. Por este motivo, excepto en algunos veleros, motoveleros y vapores, fueron totalmente desplazadas por las patentes sin cepo, que permitían introducir su caña en el escobén y quedaban así en perfecta posición de trincado.

El ancla sin cepo desciende verticalmente y una vez toca el fondo se inclina en la dirección que trabaja. La cadena al seguir llamando arrastra el ancla, clavando sus uñas. Es fundamental que la cadena trabaje horizontalmente, y, por ello, en los primeros momentos puede garrear el ancla, hasta que exista bastante cadena y el arrastre haga que las uñas se claven en el fondo.

  • Ancla Hall: la cruz es de acero moldeado y forma un cuerpo con los brazos. En la citada cruz hay practicada una abertura de forma rectangular en la cual entra la caña, que es de acero o hierro forjado. Están unidos entre sí por un corto y fuerte perno que sirve al mismo tiempo de eje de giro a los brazos. Los extremos del perno juegan dentro de la cruz y están sujetos por medio de dos sombreretes que se aguantan por medio de largos pernos transversales.
  • Ancla Danforth: es de acero dulce. Dispone de unas uñas considerablemente largas, y en la cruz lleva una especie de cepo situado en el mismo plano que las uñas, y el cual tiene por misión evitar que el ancla voltee lateralmente. Estas anclas se construyen a veces de metales ligeros con destino a los hidroaviones y lanchas rápidas desde un peso de 15 Kg. También se utilizan para embarcaciones de desembarco, a popa, como ancla de codera.
Ancla Danforth
Ancla Danforth

Sistemas de amarre y fondeo en la actualidad

Los nuevos sistemas que son más punteros eficaces y seguros ya han sido mención de estudio en otro artículo de esta revista del mes de abril de este año, titulado Revolución en los sistemas de amarre de los buques. Pero hay que remarcar que tienen la contraprestación de que la flota naval tiene una edad media alta, por lo que no todos los buques con los que se encuentren los puertos podrán hacer frente a todos los requisitos técnicos, lo que dificulta su implantación directa, e indirectamente su expansión.

No obstante, cabe mencionar que las mejoras de ahorro de tiempo que aportan estos sistemas no serían alcanzables por ningún otro método, lo que ayuda a justificar su desembolso y por tanto su implantación.

 

Raúl Villa Caro

En el año 1999 me licencié en Marina Civil (sección Náutica) en la Universidad del País Vasco. En 2001 obtuve el empleo de A.N. del Cuerpo General de la Armada y en 2005 la patente del Cuerpo de Ingenieros de la Armada. En el año 2001 obtengo el título de Ingeniero Técnico Naval (Estructuras Marinas) en la Universidad de A Coruña y posteriormente el título de Ingeniero Naval y Oceánico y el Diploma de Estudios Avanzados. En 2003 obtuve el título profesional de Capitán de la Marina Mercante. Desde Octubre de 2010 estoy contratado por parte de la UDC como profesor asociado. Actualmente además de realizar tareas de investigación en el Grupo Integrado de Ingeniería, y desde octubre 2010, imparto docencia en la Escuela Politécnica de Ingeniería de Ferrol (Grado y Máster en Ingeniería Naval y Oceánica), en el Master de PRL de la FCT, y en la Universidad Senior de Coruña. Mi actividad principal, y fuera de la UDC, se desarrolla en la Ingeniería de Construcciones de Buques (Arsenal de Ferrol) como Jefe de la Ingeniería de Plataforma. Desde abril de 2012 hasta diciembre de 2013 fui Secretario de la Delegación Territorial en Galicia del COLEGIO OFICIAL DE INGENIEROS NAVALES, y desde enero 2013 soy Secretario de EXPONAV (Fundación para el Fomento del Conocimiento de la Construcción Naval y de las Actividades Marítimas).En 2015 obtuve el título de Doctor por la Universidad de A Coruña. En 2021 fui nombrado Académico Correspondiente de la Academia de Ciencias y Artes Militares (ACAMI), y de la Real Academia de la Mar (RAM). Poseo más de 250 publicaciones repartidas entre artículos de Revistas, Libros, Capítulos de Libros, y Comunicaciones en Congresos.

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