Piratas del Caribe sí, y un pirata de Pontevedra: Benito Soto
Estimados amigos. Esta semana voy a dedicar la noticia de forma compartida. Por una parte, y de nuevo, al antiguo colaborador de Exponav, Ignacio Torres, quién me transmitió esta historia, la cual, con su permiso, he modificado y ampliado un poco. Y por otro lado a la colaboradora Alba Hermida, por la parte final de la historia (pero no vale irse directamente al final para leerla). La noticia de esta semana versa sobre un español errante, el pirata gallego Benito Soto. Esta es la historia de un pirata español, sagaz, aventurero y sanguinario. Es un relato envuelto en un halo de leyenda, comparable a la del mismísimo arcón de Davy Jones (ya conocido por este Blog Naval). En Galicia tenemos playas, montañas, lugares de ocio y de fiesta, pero… también tuvimos piratas.
El pirata Benito Soto Aboal, nació en Pontevedra en el año 1805. Benito nació en el barrio pontevedrés de A Moureira, puerto marinero que dio lugar al nacimiento de la Pontevedra actual. Allí fue donde tomó tierra el héroe troyano Teucro, hijo de Telamón y hermanastro de Ajax, fundador de la ciudad, según la leyenda. Y según la historia, también es allí donde los romanos fundaron “Ad duo ponte”, la actual Pontevedra.
Marinero desde temprana edad, llevó a cabo su trabajo en las costas gallegas, desempeñando diferentes cargos y variopintas funciones ejecutadas con brillantez conjuntamente con su padre, algunas de ellas de dudosa legalidad. Tales actividades le llevaron a ser respetado entre los ambientes portuarios de contrabandistas. Hacia 1823 embarcó hacia La Habana y aquí comienza a difuminarse la historia o la leyenda de Benito Barredo, otra de las maneras usadas para referirse a él.
Según algunas fuentes, en la isla caribeña ya apuntaba maneras de pirata, según otras, ejercía de marinero cabal dedicado a la trata de esclavos, y otras postulan que había combatido a bordo de corsarios cubanos o colombianos. Y puede que todas las versiones arrojen algo de verdad, ya que pudo estar a bordo de corsarios cubanos que atacaban barcos de esclavos de otras naciones para robarles las mercancías y los esclavos, y gracias a los amplios conocimientos atesorados en el trato contrabandista, intervenir posteriormente en la venta, participando así del negocio obtenido. ¡Y todo esto sin haber llegado a los 20 años!
La tercera parte de su vida comienza cuando reaparece como segundo contramaestre del bergantín brasileño El Defensor de Pedro, que se dedicaba al tráfico de esclavos. Estando en costas africanas, Benito Soto llevó a cabo un motín contra su capitán Pedro Mariz de Sousa Sarmento, bajo el grito de “¡Abajo los portugueses!”.
Durante el viaje anterior existió algún conato de motín que culminó el 26 de enero de 1828 cuando Benito Soto y Miguel Ferreira (pirata ferrolano) se hicieron con el control del barco aprovechando que el capitán del barco, de nacionalidad portuguesa, se encontraba en tierra negociando la compra de esclavos.
Ya con el control de la nave Benito ordenó encerrar y posteriormente asesinar a su mayor cómplice en la revuelta (pobre Miguel), eliminando por tanto la competencia de cara al control de la capitanía, demostrando así su carácter frío y calculador. A partir de este momento da comienzo la historia de quien será conocido como el último pirata del Atlántico.
Como capitán de El Defensor de Pedro, Benito Soto se dedicó a surcar los mares destrozando y saqueando todo lo que encontraba en su camino, especialmente barcos ingleses, convirtiéndose en un pirata temido en el Atlántico. Su primera víctima fue la fragata mercantil británica Morning Star, que fue saqueada y casi la totalidad de su tripulación asesinada. Tras ello se dirigiría al norte, hacia las Azores. En dicho trayecto, se encontró con el Topacio, de bandera norteamericana, que llegaba cargado desde Calcuta, y que fue saqueado y quemado tras ejecutar a la tripulación.
Entretanto el Defensor de Pedro fue pintado de negro y rebautizado por el Capitán Soto como La Burla Negra, a petición de un miembro de la tripulación.
Su carrera como pirata continuó hasta atacar más de 10 buques durante su viaje desde el sur de África hasta las islas Azores. Él quería regresar a Galicia y vender sus tesoros para vivir de las ganancias en la zona de Cádiz.
La quinta parte corresponde a su apresamiento y ejecución. Un error de navegación de Benito Soto hizo que el buque encallase cerca de Cádiz. Aun así, no perdió el tipo y echó mano de una cantidad que siempre tenía a mano y que estaba destinada a sobornos.
De esa manera consiguió que las autoridades no se interesasen por su caso. Sin embargo, una vez en tierra, un superviviente del Morning Star reconoció a un miembro de la tripulación, lo que llevó a la detención de toda ella. Sólo escaparon Benito, que fue a Gibraltar, y un brasileño llamado José Dos Santos (del que no se supo más. Igual era antepasado de mi compañero de Icofer José Carlos Dos Santos).
Finalmente, Benito Soto fue capturado en Gibraltar, entregado a las autoridades inglesas y sentenciado a morir en la horca (como la mayoría de su tripulación, aunque algunos cumplieron pena de cárcel). La versión romántica dice que el 26 de enero de 1830, estando con la soga al cuello antes de ser ahorcado, grito ¡Adiós a todos! La función ha terminado y se lanzó al vacío antes de darse la orden de ejecución y ante el asombro de los presentes, y privando así a los ingleses de la satisfacción de ejecutarle.
Murió antes de cumplir un cuarto de siglo de vida, muy joven. También cuenta la leyenda que José de Espronceda, el más representativo poeta del primer Renacimiento español, le dedicó su famosa Canción del pirata en 1840.
Le llaman El último pirata del Atlántico porque, aunque la piratería continuó, fue más como saqueadores de 1 ó 2 barcos que como verdaderos piratas sanguinarios y sin escrúpulos como Benito Soto y sus secuaces (muchos de ellos gallegos, por cierto).
Si alguien está interesado, hay varios libros de Benito Soto que relatan sus aventuras (cambios de color del buque, enterramientos de cofres del tesoro en Cádiz, ocultación de otros tesoros en casa de su tío en Pontevedra, etc). Algunos de ellos son son:
- Los piratas de El Defensor de Pedro (transcripción del juicio). Joaquín María Lazaga.
- Mar brava. Gerardo González de Vega.
- El último pirata (las aventuras en forma de cuento). Ramón Pedrás.
Existen más, pero son mezcla de ficción y realidad y no me pareció oportuno citarlos.
Para casi finalizar destacar que Benito Soto también ha sido protagonista de algún mazo de cartas. Y eso es todo por esta semana. Espero que os haya gustado la historia cedida por Ignacio y como él dice, espero que recordéis que al lado de Edward Teach, Anne Bonny, Henry Morgan, … hay un espacio reservado para Benito Soto Aboal, paisano gallego de A Moureira (que no es la Mourela, tierra de mi amigo Fraguela).
Y ya sí, comentar como punto final, que existe otra pirata gallega, menos conocida que Benito Soto, la feroz pirata Alba, que siempre aparece junto a sus secuaces, al anochecer, cuando se cierran las puertas de nuestro museo.
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[…] fue hasta el 25 de enero de 1830 que Benito Soto Aboal abandonó la celda que le había retenido durante tantos meses. Según cuenta la leyenda que rodea […]