San Juan Bautista y San Francisco: los galeones que unieron Japón y Sevilla
En octubre de 1613, del noreste de Japón zarpó un barco, el galeón San Juan Bautista rumbo a México y España que acabaría convirtiéndose en la primera misión oficial nipona entre América y Europa. Aunque ya había contactos previos entre España y Japón, que se remontan a la labor evangelizadora de San Francisco Javier en aquellas tierras varias décadas antes, dicha expedición significó hace cuatro siglos el germen de las futuras relaciones diplomáticas entre ambos países.
Conocida como la Embajada Keicho, estaba comandada por el samurái Tsunenaga Hasekura y formada por 180 hombres. Entre ellos figuraban el misionero español Luis Sotelo y el marino Sebastián Vizcaíno, quien ayudó a los japoneses a construir el galeón con el que emprenderían tan larga travesía: el galeón San Juan Bautista.
Tras la catástrofe que se cobró casi 19.000 vidas y provocó en la central de Fukushima el peor accidente nuclear desde Chernóbil, se reparó una réplica del galeón San Juan Bautista (construido en 1993, increíblemente aguantó el tsunami), de 55 metros de eslora y dos mástiles que alcanzan unos 30 metros de altura. Esta embarcación de madera muestra en su interior los pormenores de una aventura llena de peripecias que unió Japón y España.
En 1609, otro galeón español, el galeón San Francisco naufragaba cerca de la costa de Tokio, siendo rescatado por los japoneses. El capitán, Rodrigo de Vivero, se reunió con Tokugawa Leyasu, facilitando la firma de un tratado de colaboración entre los españoles y la nación japonesa, en donde se permitía el acercamiento de las naves españolas al archipiélago y, además, serviría para envía una misión diplomática japonesa a la Corte Española. España, de esta forma, ganaba algo de terreno con respecto a los planes de los portugueses y los holandeses de hacerse con todo el comercio japonés.
El galeón San Francisco se construyó hacia 1585. Sus características eran: 915 toneladas, 35 mts de eslora y 10 mts de manga. Estaba armado con 22 cañones (18 de bronce y 6 de hierro) y su tripulación era de 67 hombres de mar y 127 soldados. Se requisó para la Gran Armada de 1588 y estaba al mando de Martín de Lizardi. Se incorporó a la Escuadra de Andalucía (11 buques) de Pedro de Valdés como nave almirante.
Participó en los cuatro días de lucha en el canal durante los cuales efectuó 242 disparos contra los buques ingleses. Cuando la nave capitana de Pedro de Valdés fue capturada con él a bordo, el San Francisco pasó a ser la nave capitana de la Escuadra de Andalucía, en ese momento al mando de Diego Enríquez. Tras hacer el viaje de regreso vía Escocia y el Atlántico entró en el puerto de Santander el 20 de septiembre de 1588.
Volviendo, como decía antes, a octubre de 1613, el galeón San Juan Bautista zarpaba del puerto de Sendai en Japón, con una tripulación de 180 nativos y 50 marineros españoles. Su destino era el puerto gaditano de San Lúcar de Barrameda; y su misión consistía en conseguir que el rey Felipe III firmara los acuerdos necesarios que permitieran el comercio directo entre Japón y España, misión en la que fracasó.
A principios del XVII, Japón vivía una época de progreso, bonanza y apertura hacia occidente, conocida como la era Keicho. El territorio estaba dividido en pequeños reinos y el emperador japonés delegaba la administración y la defensa del país en los reyes locales. Entre ellos, uno de los más destacados fue Data Masamune, del reino de Bojú y fundador de la ciudad de Sendai, su capital y puerto marítimo. Una de las principales preocupaciones que tenía era arrumbar el comercio exterior nipón y, sobre todo, los intereses de los virreyes de las colonias españolas de Filipinas y Nueva España –México-, que dificultaban las relaciones con la metrópoli y la negociación directa con la Corona. Por eso, decidió dar rienda suelta a su ambición y envió a Madrid una expedición diplomática sin precedentes, para obtener una solución del rey Felipe III.
El éxito del arriesgado plan de Masamune se sostenía sobre tres pilares básicos: un jefe de expedición astuto, preparado, prudente, tenaz y buen negociador; un traductor leal y que conociera la cultura, las costumbres y la política española; y un medio de transporte capaz de cruzar medio mundo.
Hasekura y Sotelo arribaron en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) en octubre de 1614 tras un año de viaje por la ruta española, la que incluía el paso por América. «Hasekura fue el primer japonés en atravesar el Pacífico», indica Yayoi Kawamura. Hasta entonces, los contados japoneses que habían llegado hasta Europa lo habían hecho por la ruta portuguesa, es decir, por el Atlántico y el Índico.
Los expedicionarios remontaron el Guadalquivir y llegaron a uno de los puertos más importantes de la época, el de Sevilla. El Ayuntamiento les recibió con honores. La expedición llevaba cartas escritas en japonés del señor feudal de Sendai para exponer sus pretensiones en Occidente. También un mensaje para el alcalde de Sevilla en el que le contaba que quería entablar una relación comercial y pedía que los navegantes españoles les enseñaran las rutas para navegar de Japón a España.
El encuentro con el rey Felipe III se produjo en enero de 1615. Y tras la audiencia con el monarca, la embajada puso rumbo a Italia para cumplir con el segundo objetivo, el religioso. En noviembre de 1615, el papa Pablo V les recibió, pero, como en el caso de Felipe III, los viajeros no lograron una respuesta definitiva a sus demandas. Hasekura y Sotelo decidieron regresar a Sevilla.
Pero, mientras recorrían Europa, cambiaron muchas cosas. Justo cuando estaban en plena embajada, el Gobierno japonés decretó la prohibición del cristianismo. Las noticias ya viajaban entonces deprisa. Llegaron a Madrid y Roma y truncaron las aspiraciones de la embajada Keichô.
Sin haber cumplido sus objetivos, Hasekura decidió volver con sus hombres a Japón en julio de 1617. Pero el historiador Víctor Valencia Japón, natural de Coria del Río, ha localizado en la documentación de la época un desfase entre el número de japoneses que llegaron a España y el de los que partieron hacia su país tres años después. Según Valencia Japón, los números no casan, por lo que se debe suponer que algunos de ellos murieron, o tal vez se quedaron en España. Se sabe que los expedicionarios estuvieron alojados un tiempo en el pueblo de Coria del Río. Y precisamente es a comienzos del siglo XVII cuando aparecen las primeras referencias al apellido Japón en los archivos de Coria del Río. La más antigua que ha encontrado este historiador está en un testamento de 1642. Se supone que a los descendientes de aquellos expedicionarios se les puso el apellido Japón.
Este pueblo sevillano, que tiene grandes lazos con Japón es un pequeño municipio de Andalucía situado a 12 kilómetros de Sevilla, y con una población estimada de 30.000 habitantes. Lo curioso de este pueblo no es que esté hermanado con la ciudad japonesa de Sendai, sino que entre 600 y 700 habitantes del pueblo llevan de apellido Japón. Esta es la base de la hipótesis acerca del posible origen del apellido Japón que llevan actualmente más de 300 personas como primer apellido y unas 250 personas como segundo apellido. Estos hechos están fechados en documentos del año 1622, después de la llegada de la misión japonesa a Coria del Río, que se conservan en el Archivo de Indias y en el que aparece por primera vez una referencia a este apellido.
Algunas de las personas con apellido Japón han visitado ya la ciudad japonesa de Sendai, lugar de origen del samurai católico Hasekura. Sendai se encuentra en la prefectura de Miyagi (al norte de Japón) y donó en 1992 al pueblo sevillano de Coria del Río una estatua del samurai para que se colocase en el parque de la ciudad y recordar así este hecho histórico. El entonces Ministro de Asuntos Exteriores de Japón, Nobutaka Machimura, otorgó el galardón a D. Manuél Carvajal Japón, el ex Presidente de la Asociación Hispano-Japonesa HASEKURA.
Curiosamente la historia de los Japón se perdió en los siglos. Los sevillanos sabían que era un apellido de Coria, pero nadie sospechaba tales batallas. «Ellos no lo sabían, nosotros tampoco», admite Suárez Japón, que durante la Expo del 92 era consejero de Cultura de la Junta de Andalucía. «Nuestro apellido era normal. Llegabas al colegio y había otros veinte como tú. A finales de los ochenta, a raíz de la novela El Samurái, de Shusaku Endo, comenzamos a sospechar». El tío de Suárez Japón, Virginio Carvajal Japón, se puso a investigar y halló el vínculo con el país del sol naciente. El pueblo se llenó de investigadores, hispanistas y viajeros. «Los turistas iban a visitar a mi madre Carmen, que tenía el pelo oscuro y la tez blanca. Decían que era como una japonesa y se le sacaban fotos como locos».
Las dudas sobre el origen de este nombre podrían despejarse completamente si finalmente se lleva a cabo el proyecto de Toshimichi Yamamoto, de la Universidad de Nagoya. Este investigador pretende cruzar el ADN de los corianos que se apellidan así con el de los vecinos de Sendai para buscar las coincidencias. No se conoce aun cuándo comenzará a recoger las muestras sobre esta huella genética de la embajada Keichô.
Una de las más jóvenes de las japoneses de Coria del Río se llama Carmen. Nació el 10 de marzo de 2013 y es la hija de Juan Francisco Japón Carvajal, presidente desde 2005 de la Asociación Hispano-Japonesa Hasekura Tsunenaga. Esta asociación nació cuando comenzaron en los años ochenta las relaciones entre Sendai y Sevilla. «Ahora vienen muchos turistas japoneses», sostiene Japón Carvajal, quien también participó en el encuentro con el príncipe heredero.
Otro ejemplo claro es María José Suárez, descendiente de los Japón y Miss España, dotada de una belleza oriental innegable. «Me lo dicen muchas veces», admite ella. La modelo lleva el apellido en tercer lugar y no conocía la historia hasta que al ganar Miss España en 1996 fue invitada por la embajada a conocer el país durante un mes con su madre.
El ex árbitro de fútbol José Japón Sevilla asegura que algunos de sus primos varones tienen los ojos rasgados. En el colegio se metían con su apellido. «No sabían que para mí era un orgullo», admite mientras se imagina a su antepasado como «un aventurero, un samurái con un gran sentido del honor, un luchador valiente». De todas formas, José es más de carne que de sushi, pero admite que cada vez se siente más identificado con la cultura nipona, que ha conocido en los últimos años durante sus visitas a la embajada en Madrid, con motivo del día nacional del país. «Para mí son una buena referencia. Me gustaría mirarme en su espejo».
Pero ¿qué ocurrió con Hasekura y Sotelo? El samurái llegó a Japón en 1620 y, dos años después, falleció. Sotelo también decidió regresar disfrazado de comerciante. Ya se había decretado el veto a la religión católica, pero el fraile se arriesgó a volver. Al franciscano lo quemaron vivo en Omura en 1624 (dos siglos después fue beatificado). Mientras, Japón fue virando hacia el aislacionismo. A partir de 1640 estuvo vigente la política sakoku, que impedía a los extranjeros entrar en el país y acarreó la expulsión de los occidentales. El cerrojo no se abrió hasta bien entrado el siglo XIX.
Quiero destacar para finalizar que el pueblo de Coria ha estado en las noticias este verano por una noticia muy diferente. El Ayuntamiento del municipio sevillano de Coria del Río convocó una concentración de protesta contra la película Cuerpo de elite, porque en ella, según el consistorio, se vierten frases contra el futuro laboral de las mujeres corianas.
¡Hasta dentro de dos semanas!
Gran historia, gracias por compartir, Saludos.
Gracias José!