La corta historia protegida del buque Cardenal Cisneros y el misterio de Olegario – Primera Parte

La noticia de esta semana se la dedico al colaborador de Exponav José María de Juan, antiguo profesor de la UDC (entre otros menesteres), que me recordó el hito de la botadura de este buque hace unas semanas, historia que yo he continuado alimentando estos días para resumir lo que fue la corta historia de vida del buque Cardenal Cisneros.

La Clase Cardenal Cisneros fue una serie de tres cruceros acorazados de la Armada Española que se entregaron entre 1902 y 1908. En virtud de lo previsto en el Plan de Escuadra de 1887, una real orden de 17 de septiembre de 1888 dispuso la construcción de tres cruceros, tipos perfeccionados de los Clase Infanta María Teresa.

Buque de la Clase Cardenal Cisneros, crucero acorazado de la Armada Española
Buque de la Clase Cardenal Cisneros, crucero acorazado de la Armada Española

Técnicamente, estos cruceros protegidos de primera, aunque tal vez sería más adecuado el denominarlos con el término crucero acorazado, eran continuación, con ligeras modificaciones, de la correspondiente a los cruceros acorazados de Clase Infanta María Teresa, todos ellos perdidos en la Batalla naval de Santiago de Cuba, y de hecho tan sólo el retraso en su construcción impidió que tomaran parte en la contienda, al encontrarse entonces en construcción en el astillero de Ferrol.

El buque Cardenal Cisneros, fue un crucero acorazado de la Armada Española, líder de su clase que recibía su nombre en memoria de Francisco Jiménez de Cisneros, Cardenal, Arzobispo de Toledo y Primado de España, tercer Inquisidor General de Castilla y tras la muerte de Fernando el Católico, regente de Castilla.

La quilla del primer buque de la serie fue puesta sobre las gradas de Reales Astilleros de Esteiro de Ferrol el 1 de septiembre de 1890, aunque en realidad no se comenzaron las obras hasta la botadura del crucero Alfonso XII el 21 de agosto de 1891, pues la reducción de personal y materiales hicieron que quedara paralizada su construcción. El Cisneros se botó el 19 de marzo de 1897 y entró en servicio el 1 de septiembre de 1902, convirtiéndose en el primero de su clase en entrar en servicio, a pesar de no ser el primero en ponerse en grada.

 Entre el 1 y el 15 de agosto de 1902 el Cardenal Cisneros realizó sus pruebas de mar. El 23 de octubre, quedó varado frente al dique de la Campana del arsenal mientras su tripulación, trataba de amarrar el buque frente al dique viejo para terminar las obras, cuando tocó con la proa en un bajo de piedra. Los técnicos no dieron importancia al accidente y el buque logró quedar a flote con la marea alta.

Buque Cardenal Cisneros, crucero acorazado de la Armada Española
Buque Cardenal Cisneros, crucero acorazado de la Armada Española

Tras él se construyeron otros dos cruceros gemelos más, el Princesa de Asturias y el Cataluña, ambos operativos en 1908. Lo más llamativo del Princesa de Asturias, construido en el arsenal de la Carraca (Cádiz), fue su accidentada botadura, en la que fueron necesarios varios intentos a lo largo de varios días, realizándose finalmente por sí mismo a la mar gracias a unas mareas vivas (aquí ya tenemos material para la historia de otra semana).

Por estos motivos, la masa popular de la época puso al Princesa de Asturias el sobrenombre «del arrastrao» al fracasar uno tras otro todos los intentos de botarlo. Y cuando, finalmente, apareció flotando en el mar, pasó a ser «el espontáneo». Estos sucesos sirvieron de argumento a varias chirigotas del Carnaval de Cádiz de 1897, muy queridas por esas tierras.

Entre los meses de abril y mayo de 1904 el Cardenal Cisneros dio escolta al yate real Giralda, a bordo del cual viajaba el Rey, en un viaje que le llevaría a diversos puertos españoles.

El 13 de enero de 1905, el Cisneros, junto a los Pelayo, Carlos V, Princesa de Asturias, Extremadura, Río de la Plata e Infanta Isabel se reunió en Cádiz para recibir a los Duques de Connaught en su visita a Cádiz, a la que llegaron a bordo del crucero HMS Essex. El día 5 de febrero de 1905 el buque Cardenal Cisneros, que formaba parte de la escuadra de instrucción, fondeó en Santa Cruz de Tenerife. Junto a los dos buques citados, los cruceros Carlos V, Princesa de Asturias, Río de la Plata y Extremadura. Los buques de la escuadra se mantuvieron en aquellas aguas hasta el día 25 de ese mismo mes, en que zarparon con rumbo a la península.

Pero volviendo al título de la noticia, me gustaría destacar que la vida operativa del cabeza de la serie Cardenal Cisneros fue extremadamente corta, puesto que el 28 de octubre de 1905, tan sólo tres años después de su entrada en servicio, se hundió, según la versión oficial, a consecuencia de golpear su casco con una roca no señalada en la carta de navegación cuando partía de la ría de Noya en demanda del puerto de Ferrol. El buque se encontraba incorporado a la división naval de instrucción para la realización de ejercicios en las rías gallegas, y levantaba su fondeo en Muros con rumbo a Ferrol con motivo de reparar unas pequeñas averías en sus calderas. Al pasar a unas 2,6 millas de los bajos de Meixidos, tocó con un bajo, no cartografiado, que le desgarró más de 50 metros de su obra viva, en toda la extensión de las cámaras de calderas y parte de la de máquinas de proa. Ante semejantes daños, la inundación no pudo controlarse, dando tiempo sin embargo a que se salvara toda la dotación (550 personas), hundiéndose el buque de proa. Por lo tanto no hubo víctimas mortales entre la tripulación, al poder ser evacuada con ayuda de los pescadores de la zona, aunque sí aparecieron varios heridos. En agradecimiento por el auxilio prestado a los náufragos, el rey Alfonso XIII concedería a la villa de Muros un año más tarde el título de “Muy humanitaria”, que desde entonces aparece en el escudo municipal.

Volviendo al suceso, quiero destacar que al olvidar el oficial de derrota recoger el cuaderno de bitácora, no pudo precisarse con exactitud el lugar donde el casco impactó con la roca, ya que la arrancada le hizo alejarse unas 2,5 millas del lugar del impacto. Poco después el Consejo de Guerra, sentenció al comandante del buque a un año de suspensión de empleo, según el artículo 198 del Código Penal de la Marina de Guerra, por negligencia al no haberse recogido el cuaderno de bitácora, quedando libre de cargos sin embargo por la pérdida del buque.

El naufragio del crucero Cardenal Cisneros en los bajos Meixidos, próximos a Muros causó una gran conmoción en la Galicia de su tiempo, sobre todo porque pronto se vio que dichos bajos estaban erróneamente sondados. Semanas después del accidente, el Servicio Hidrográfico de la Marina, tras el informe efectuado por el comandante general de la flota, apuntaba que el buque había chocado con una piedra de las denominadas de aguja, que no figuraba en la carta de navegación y que estaba a unas dos millas al oeste de los Meixidos.

Se deducía que este bajo, al que la carta sólo daba una milla de extensión, alcanzaba más de tres y que la aguja causante del accidente estaba a seis metros de la superficie. En el momento del naufragio era bajamar. El buque hidrográfico Urania confirmó lo avanzado. Mientras tanto, se debería dar a los Meixidos un resguardo de cuatro millas al oeste del señalado en la carta de navegación número 124, o sea, dos millas más del que expresa el derrotero citado, en la página 528.

Se puede remarcar que la vida de los gemelos al Cisneros fue más larga y tranquila, ya que se extendió hasta 1928, fecha en la que se retiraron tras haber intervenido activamente en la guerra de Marruecos. Los dos buques se vendieron en pública subasta en la ría de Bilbao para su desguace en 1930.

Buque Cardenal Cisneros en el Correo Gallego
Buque Cardenal Cisneros en el Correo Gallego

Para ir finalizando la historia quiero señalar que desde octubre de 2006 la tumba marina del «buque Cardenal Cisneros» ya se encuentra en las cartas de navegación. Ocurrió así:

En 2004 los buzos gallegos José Manuel Silva y Juan Montero y el vasco Unai Artaloitia, instructores de la escuela Technical Diving International, encontraron el casco del destructor Blas de Lezo, que se fue a pique en 1932 frente a la costa de Fisterra. Ese verano exploraron a fondo el barco, pero no terminó ahí la aventura. Contaba Silva que sabían que no muy lejos estaba el buque Cardenal Cisneros y que querían ser los primeros en dar con él.

Pero localizarlo en el cementerio náutico que es el mar de la Costa da Morte no era, en principio, tarea fácil. Respecto al incidente acaecido 100 años atrás ellos pensaban que lo más seguro es que el oficial equivocase el rumbo aquel fatídico día. Pensaban que tal vez creyó que había superado los Baixos de Meixidos y que no fue así, explicaba Alejandro Anca, investigador naval y autor del libro El crucero acorazado Cardenal Cisneros.

Alejandro Anca Alamillo (Madrid 1968) es documentalista, profesión que ejerce desde hace quince años en el más prestigioso bufete de abogados de España. Desde muy joven ha sentido especial atracción por la historia naval, consiguiendo publicar su primer trabajo doctrinal en 1997. Desde entonces, ha publicado medio centenar de artículos en revistas, españolas como la Revista General de Marina, La Aventura de la Historia, o Historia 16 y, extranjeras, como la revista Gangut, rusa; Okrety Wojenne, polaca; o la prestigiosa Warship International, norteamericana.

Pero volviendo a los restos, ahora ya tienen coordenadas exactas. A unas cinco millas al sur del emplazamiento del Blas de Lezo, Silva, Montero y Artaloitia hallaron el pecio, un siglo y un año después del naufragio, a 65 metros de profundidad. Un pescador de la zona, les ayudó a encontrarlo con sus indicaciones, al igual que Pablo y Manuel, otros dos lobos de mar. Estuvieron un día entero buscando el lugar, buceando y vieron dos cascos. Al día siguiente, volvieron porque no se podían ir sin saber si era o no el barco.

Y la confirmación llegó cuando vieron un gran cañón y localizaron entre la arena un escapulario, una pieza de plomo que los buzos antiguos llevaban en el pecho y en la espalda como lastre. Aún se puede leer en ella Cisneros y Ferrol, el astillero en el que se construyó, con un resultado de 153 obreros heridos y cuatro fallecidos. 

Escapulario de plomo entre los restos del naufragado buque Cardenal Cisneros
Escapulario de plomo entre los restos del naufragado buque Cardenal Cisneros

Lo que aparece a continuación fue escrito de puño y letra por uno de los buceadores:

Unai y José Manuel bajan otro cabo hacía la proa y lo fijan en el tubo del cañón Guillen de 240mm. Nos detendremos largo tiempo en esta zona en la que se encuentran los restos dispersos del puente – totalmente deshecho- y el habitáculo blindado que hacía las funciones de torre de mando del comandante y torre de combate. La cámara filma los elementos de comunicación y múltiples componentes…Planchas, tuberías, cables, miles de kilos de munición de distintos calibres dispersa y reunida junto al cañón principal de proa, que se mantiene de costado y volteado sobre una roca.

Navegando un poco más hacía la proa nos encontramos una de las anclas -quizás la de babor- se encuentra horizontal y disimulada sobre los restos dispersos. Me recuerda uno de esos pasatiempos de quid en el que una figura se encuentra oculta en medio de un dibujo. Un par de enormes planchas muestran los grandes huecos – los escobenes- por donde discurren todavía las grandes cadenas que soportaban el peso de las anclas. Parte de lo que parece una grúa, los molinetes de izado etc.

Sin embargo, ya no existe la hermosa proa que exhibía el buque. En su lugar aparecen caídas las grandes planchas que la conformaban y multitud de hierros retorcidos. Justo al lado de estribor hay una caída totalmente vertical en la roca de unos 15 ó 20 metros a modo de desfiladero por la que se han deslizado piezas y planchas de esta parte del barco. Si uno se detiene durante un buen rato deambulando por la zona, puede descubrir gran cantidad de munición y alguno de los pequeños cañones de 57mm. Nordenfelt.

Observo durante un rato el gran pie del timón, José Manuel me señala el ancla mientras los flashes de la cámara fotográfica de Jesús no dejan de dispararse. Una vez acostumbrado a la penumbra, la vista puede recrearse en una observación más minuciosa, en los detalles y las impresiones.

Pero la corta vida del buque Cardenal Cisneros también dio lugar a varias anécdotas, como recoge el libro de Anca. El comandante, Manuel Díaz Iglesias, casi se hunde con el Cardenal Cisneros: cuando ya no había nadie a bordo, se aferró al puente y tres hombres de su tripulación tuvieron que sacarlo a la fuerza. El capellán del barco, por su parte, tiró al agua un altar portátil de la Virgen del Carmen con objeto de salvarlo. Flotó hasta que desapareció tragado por el remolino. Tampoco se salvaron las 30.000 pesetas en plata y todos los billetes que había en la caja fuerte, porque en la evacuación se perdió la llave. Encontrar esa caja sería como encontrar una aguja en un pajar.

Para finalizar esta historia voy a hacer una introducción de pequeño homenaje al personaje que aparece en el título de la noticia, Olegario. ¿Quién es este pescador?:

Pues el misterio del buque Cardenal Cisneros queda para la próxima semana, porque ésta ya me he extendido mucho……

Raúl Villa Caro

En el año 1999 me licencié en Marina Civil (sección Náutica) en la Universidad del País Vasco. En 2001 obtuve el empleo de A.N. del Cuerpo General de la Armada y en 2005 la patente del Cuerpo de Ingenieros de la Armada. En el año 2001 obtengo el título de Ingeniero Técnico Naval (Estructuras Marinas) en la Universidad de A Coruña y posteriormente el título de Ingeniero Naval y Oceánico y el Diploma de Estudios Avanzados. En 2003 obtuve el título profesional de Capitán de la Marina Mercante. Desde Octubre de 2010 estoy contratado por parte de la UDC como profesor asociado. Actualmente además de realizar tareas de investigación en el Grupo Integrado de Ingeniería, y desde octubre 2010, imparto docencia en la Escuela Politécnica de Ingeniería de Ferrol (Grado y Máster en Ingeniería Naval y Oceánica), en el Master de PRL de la FCT, y en la Universidad Senior de Coruña. Mi actividad principal, y fuera de la UDC, se desarrolla en la Ingeniería de Construcciones de Buques (Arsenal de Ferrol) como Jefe de la Ingeniería de Plataforma. Desde abril de 2012 hasta diciembre de 2013 fui Secretario de la Delegación Territorial en Galicia del COLEGIO OFICIAL DE INGENIEROS NAVALES, y desde enero 2013 soy Secretario de EXPONAV (Fundación para el Fomento del Conocimiento de la Construcción Naval y de las Actividades Marítimas).En 2015 obtuve el título de Doctor por la Universidad de A Coruña. En 2021 fui nombrado Académico Correspondiente de la Academia de Ciencias y Artes Militares (ACAMI), y de la Real Academia de la Mar (RAM). Poseo más de 250 publicaciones repartidas entre artículos de Revistas, Libros, Capítulos de Libros, y Comunicaciones en Congresos.

1 Response

  1. 6 de enero de 2023

    […] un par de semanas, con la historia de la localización del pecio del buque Cardenal Cisneros y al puro estilo de los tiempos del barco volador, os dejaba la introducción de un misterio, que […]

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