Vanderdecken la leyenda del Holandés Errante y su Buque Volador
La noticia de esta semana se la dedico a mi amigo de la infancia (de los tiempos de la E.G.B.), Carlos Montoya, que me propuso este tema. Esta historia, que por error la adelanté ya hace varias semanas, ya tiene su momento. Seguramente el barco volador no sea tan impactante como alguno esperaba. La leyenda del Holandés Errante es una de las más famosas y quizá de las más antiguas leyendas del mar, ya que circula desde hace 500 años. Pero posiblemente su origen se remonte a tiempos muy anteriores al nacimiento de Cristo.
Esencialmente, la historia trata de lo siguiente: un maniático capitán desafía la ira de Dios y como resultado es condenado a navegar por los océanos eternamente, con un barco volador, provocando la muerte de todos cuantos ven su nave espectral. Esta historia ha sido elaborada por muchos escritores, pero constituye algo más que una ficción. Versa sobre una siniestra historia del mar para asustar a crédulos marineros de agua dulce en tabernas portuarias. Este barco fantasma se ha avistado en numerosas ocasiones, las últimas en pleno siglo XX (ahora le ha surgido hasta un primo nipón, el “japonés errante”).
Muchas autoridades sostienen que la historia del Holandés Errante se originó a partir de un hecho real, aunque sobre este punto, como suele suceder, no hay quórum. El problema se complica aún más porque existen muchas versiones de la historia, en las que el capitán puede llamarse Vanderdecken, Van Demien, Van Sraaten o Van alguna otra cosa. Pero la versión más conocida de la historia del Holandés Errante habla de un tal capitán Vanderdecken, cuya nave fue atrapada en una terrible tormenta cuando doblaba el cabo de Buena Esperanza.
Los pasajeros, aterrorizados, rogaron a Vanderdecken que se refugiara en un puerto seguro o que, por lo menos, arriara velas e intentara capear el temporal, pero el enloquecido capitán se rio de sus súplicas y, trincándose al timón, comenzó a cantar canciones sacrílegas.
La tripulación también se alarmó por la conducta de su capitán e intentó hacerse con el control de la nave, pero el intento de motín fue sofocado cuando Vanderdecken arrojó a su líder por la borda, mientras los aterrorizados pasajeros y la tripulación se encomendaban a Dios. En respuesta a sus plegarias las nubes se abrieron y una luz incandescente iluminó el castillo de proa, revelando una figura gloriosa que, según algunos, era el Espíritu Santo, mientras otros dijeron que era Dios.
La figura se enfrentó con Vanderdecken y le dijo que, ya que disfrutaba con los sufrimientos ajenos, de ahora en adelante sería condenado a recorrer el océano eternamente, siempre en medio de una tempestad, y provocaría la muerte de todos aquellos que le vieran. Su único alimento sería hierro al rojo vivo, su única bebida la hiel, y su única compañía el grumete, a quien le crecerían cuernos en la cabeza y tendría las fauces de un tigre y la piel de una lija (lo cual parece muy injusto para el pobre grumete quien, hasta aquí, no había tenido ningún papel importante en la historia y, presumiblemente, sentía tanto temor ante Vanderdecken como el resto de la tripulación). Sin embargo, con estas palabras la visión desapareció, y con ella todos los pasajeros y tripulantes. Vanderdecken y el grumete quedaron abandonados a su destino.
Otros investigadores han desenterrado una dudosa historia acerca de los dos barcos mercantes holandeses del siglo XVI cuyas tripulaciones avistaron el fantasma de un bajel que se había perdido en el Pacífico; la historia del Holandés Errante derivaría de esto. Otra teoría es que la historia se basa en la leyenda de un alemán llamado Von Felkenberg, que se jugó el alma a los dados con el Diablo y perdió. Una leyenda holandesa similar habla del capitán Van Straaten y también se cuenta una historia acerca de Bernard Fokke.
No es improbable que la leyenda del Holandés Errante naciera como consecuencia de un hecho real, aunque, sin duda, éste habrá sido algo más prosaico que la venta de un alma al Diablo. Existen muchos casos de buques que fueron abandonados por error por su tripulación, en la creencia de que estaban a punto de zozobrar, y luego siguieron a flote durante días, semanas, meses a incluso años, siguiendo los caprichos del viento y las mareas. El más famoso de esos barcos es el Mary Celeste, pero no es el único.
La historia del Holandés Errante ha inspirado muchas obras de ficción, y cómo no, también se le confunde en la saga de Piratas del Caribe, con el ya conocido Davy Jones. Y, por cierto, el del Holandés no es el único espectro marino. En 1949 se estimaba que había más de 100 casos «bien comprobados» de naves fantasmas que frecuentaban la costa noreste de los Estados Unidos. ¿Qué son, entonces, esos buques fantasmas, esos espectros del mar? Se les puede aplicar las mismas preguntas, especulaciones y teorías que se refieren a los fantasmas en general.
Pero el Holandés Errante se distingue de las historias folklóricas y de fantasmas habituales: se ha visto muchas, muchísimas veces. Si el barco no existe, ¿qué fue entonces lo que vieron los príncipes a bordo del buque de guerra británico Inconstant? Dado que la aparición del Holandés Errante y de su barco parece predecir sólo muertes o desastres, quizá lo más razonable sea no buscar la respuesta con demasiado empeño. Y por quitar algo de hierro al asunto, se podría destacar un juego de Bob Esponja en el que el fantasma del Holandés Errante piensa que Bob y Patricio le robaron un cofre lleno de monedas, por lo que tendrá que vérselas con estos famosos personajes de dibujos animados.